
Parece que en México no basta con elegir a ministros y jueces, ahora también les ponen apodos como si fueran luchadores o telenoveleros. En la imagen podemos ver que algunos de los seleccionados tienen títulos dignos de superhéroes o estrellas del espectáculo judicial: “El Ángel de la Justicia”, “El Defensor Popular”, “El Magistrado del Cambio”, y mi favorito personal, “Abogado del Pueblo”.
¿Quién decide estos sobrenombres? ¿Un comité de marketing? ¿Un generador de nombres épicos? ¿O simplemente alguien que cree que un buen apodo hará que los jueces parezcan menos políticos y más héroes del pueblo? Porque, seamos honestos, si la justicia en México dependiera de los nombres, viviríamos en un país con sentencias ejemplares y cero impunidad.
Pero no, lo que tenemos es un espectáculo donde los nombramientos en la Suprema Corte se parecen más a un casting de reality show que a un proceso serio de selección judicial. Entre cuotas políticas y alianzas partidistas, estos jueces llegan con un sobrenombre listo para la propaganda, aunque a la hora de impartir justicia los mexicanos nos quedemos esperando que el “Ángel de la Justicia” realmente haga milagros y que “El Magistrado del Cambio” no cambie de bando a la primera oportunidad.
Quizás para la próxima ronda de nombramientos, el público pueda votar por los apodos en redes sociales. ¡Imaginen la emoción! “El Inquebrantable del Derecho”, “La Suprema Defensora del Pueblo”, o “El Justiciero Sin Miedo”. Total, si la política ya es un circo, al menos que el espectáculo sea interactivo.
firma Enzo Guzmán