En un giro inesperado en la política surcoreana, el expresidente Yoon Suk-yeol fue detenido este viernes tras ser destituido de su cargo en medio de un escándalo de corrupción que ha sacudido al país. La orden de arresto fue emitida luego de que la Fiscalía presentara pruebas contundentes que lo vinculan con presuntos sobornos y abuso de poder durante su administración.
Yoon, quien asumió la presidencia en 2022, fue acusado de recibir millones de dólares en sobornos de conglomerados empresariales a cambio de favores políticos y contratos gubernamentales. Además, enfrenta cargos por supuestamente haber utilizado su posición para obstruir investigaciones judiciales en su contra.
La detención se llevó a cabo en su residencia en Seúl bajo estrictas medidas de seguridad. Decenas de manifestantes, tanto a favor como en contra del exmandatario, se congregaron en el lugar, reflejando la profunda polarización política que vive el país.
“Esta acción demuestra que en Corea del Sur nadie está por encima de la ley, ni siquiera el expresidente”, declaró el fiscal general, asegurando que la investigación continuará para esclarecer todos los hechos.
La caída de Yoon es vista como un duro golpe para su partido, que enfrenta crecientes críticas por su manejo del caso y la falta de transparencia en su administración. Mientras tanto, sectores de la oposición han aprovechado la situación para exigir reformas profundas en el sistema político.
El escándalo revive recuerdos del caso de la expresidenta Park Geun-hye, quien también fue destituida y encarcelada por corrupción en 2017. Esto pone de manifiesto la persistencia de problemas estructurales en la política surcoreana, marcada por la relación entre grandes corporaciones y el poder gubernamental.
Yoon Suk-yeol se encuentra ahora bajo custodia mientras la justicia surcoreana se prepara para un juicio que podría marcar otro capítulo en la historia de la lucha del país contra la corrupción política.