Villahermosa, Tabasco – El 13 de febrero de 2004, un hecho de violencia estremeció a la comunidad de Villahermosa cuando el pequeño Heriberto Gómez Santiago, de apenas seis años, fue ingresado de urgencia al Hospital Juan Graham Casassus con graves heridas en su cuerpo y signos de violencia extrema.
Su madre, Verónica Santiago Méndez, trabajadora doméstica e indígena chiapaneca, lo encontró escondido bajo la cama de la casa donde trabajaba, ensangrentado y en estado de shock. Horas después, el niño reveló a un psicólogo que su agresor había sido el dueño de la casa, quien lo atacó brutalmente tras abusar de él.
El caso tomó un giro aún más oscuro cuando familiares del agresor, personas influyentes en la región, intervinieron en el hospital. Los reportes médicos fueron desaparecidos y el médico residente que atendió al niño fue trasladado fuera del país en circunstancias sospechosas. Verónica y su hijo fueron obligados a abandonar la ciudad y enviados de regreso a Tapilula, Chiapas, sin que se abriera una investigación.
Heriberto sufrió una recaída durante el trayecto y tuvo que ser trasladado a un hospital en Tuxtla Gutiérrez, donde recibió atención de urgencia. Mientras tanto, su presunto agresor, José Antenor Ancona Rodríguez, dueño del Diario Olmeca, jamás fue detenido ni investigado.
A 21 años del crimen, el caso sigue impune. La historia de Heriberto es un recordatorio del abuso de poder y la corrupción que continúan silenciando a las víctimas en México. ¿Hasta cuándo la justicia seguirá siendo privilegio de unos cuantos?